15 ENERO 2025

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Cementerio La Llamita, La Paz (Bolivia)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 400 (800)
Fecha de diario
2025-01-15
Referencia
9102

ADENTRÁNDOME EN LAS TINIEBLAS 42
“Escribir era para Onetti, no una evasión, sino una manera de vivir más intensa, una hechicería gracias a la cual sus fracasos se volvían triunfos. Por eso, toda su vida insistió en que la literatura no podía ser un mero oficio, una profesión, menos aún un pasatiempo, sino una entrega visceral, un desbordamiento completo del ser, algo que tenía más de sacrificio que de trabajo que se llevaba a cabo en la soledad; y sin esperar por ello otra recompensa que saber que escribiendo le sacaba la vuelta a la puta vida…” Mario Vargas Llosa
Lunes, trece de enero de dos mil veinticinco

Sí, escribir es intentar sacar algo del vicio del vivir sin propósito. Escribir es no morir mañana, eso es lo que yo repito insistentemente y lo que pienso cuando me siento a escribir cada día. Si no escribiera, tendría que hacer lo mismo que hizo mi vecina hace casi cincuenta años y que hace mucha gente cualquier día a cualquier hora y de cualquier modo. Por eso tengo que leer a Juan Carlos Onetti, porque me creo lo que dice Vargas Llosa (me suelo creer todo lo que dice, por eso lo leo con ganas siempre).
Sí, Onetti, claro, pero me da un poco de miedo. Su obra se mueve, al parecer, en la estrecha cesura de la vida y la muerte y solo entiende de las nieblas que produce su atormentada mirada. No sé, voy a probar y solo pueden pasar dos cosas: que me apasione o que lo abandone para siempre nada más empezar. No sé sí comenzaré con los cuentos o con una de sus novelas, La vida breve, por ejemplo (sugestivo título, por cierto).
Es curiosa la sensación que tengo cuando enfrento dos conceptos o percepciones como la vida y el tiempo, es entonces cuando me asalta una pregunta sin respuesta más allá de toda lógica y sentido. La vida es siempre breve y larga y todo contenido en la única unidad de uno mismo. Más o menos me contesto: para las gentes felices, satisfechas, adaptadas, inconscientes y un poco imbéciles, siempre será corta; para los conscientes, inadaptados, marginados, solitarios, callados y no menos imbéciles que los otros; y sobre todo para los suicidas, será larga, muy larga y extenuante. Especialmente porque no soportan al bando de los que la consideran breve.
Está muy claro para mí hoy, que no tengo nada sensato que escribir, pero que debo hacerlo porque más allá de la escritura (y de la fotografía) solo hay tinieblas. Escribir es para mí el pulmón de acero que me permite seguir respirando, pero solo eso, un artilugio oxidable.
Sí, leeré a Onetti porque promete otros mundos que yo ni siquiera he atisbado.
Este hombre, según cuenta Vargas Llosa, procuraba no hablar con nadie en su época activa como escritor artista, podía asistir a congresos y reuniones de colegas y no decir ni pío. Me gusta la gente así, la que se homenajea y respeta en cualquier situación.
Los años finales de su vida los pasó en su piso de la Avenida de América, en la cama, fumando, bebiendo whisky y leyendo novelas policiacas. En esa época sí recibía visitas como un santón consagrado o profeta de la vida breve y tal vez inútil. Tenía la suerte de que le cuidaba Dolly, su amante mujer de las últimas cuatro décadas de su vida (antes había tenido otras breves esposas).
Sí, leeré a Onetti, porque no es posible dejar de leer a un escritor que escribió una novela titulada Juntacadáveres, y no morir mañana, como cuando no se escribe.
La Fotografía: Hoy no sabía que foto poner aquí. La clave me la ha dado Vargas Llosa, que dijo: La obra de Juan Carlos Onetti, está enraizada en América Latina “El novelista de la frustración y de la fuga de una realidad detestable en aras de la fantasía. Muy representativo de la América Latina, del fracaso y del subdesarrollo”. Mario Vargas Llosa
El cementerio de La Llamita, lo visitamos al final de la mañana de nuestro primer día en La Paz. Los cementerios populares son radiografías de la realidad social, de parte de la sociedad, de un país y de una cultura, también.
“Sobre el cementerio de La Llamita planean leyendas de lo más truculentas: robos de cadáveres, descuartizamientos, despojos de restos para quitarles aquello con lo que estén cubiertos y entierros clandestinos de desaparecidos, de asesinados. El sol picante de primera hora de la mañana no lograba disipar unas miasmas de espanto”. Miguel Sánchez Ostiz

Pepe Fuentes ·