Buscamos pacientemente el enclave de Lixus. Ascendimos por un empinado monte hasta el lugar, las ruinas estaban diseminadas entre la vegetación de bosque bajo. De vez en cuando, detrás de las piedras aparecían hombres apostados, vestidos al modo árabe; no hacían nada, sólo miraban y desaparecían.
10 SEPTIEMBRE 2004
© 2000 pepe fuentes