MEMORIA ESCOLAR Mi segundo colegio años. En este edificio sombrío, en una clase donde habitaba el silencio, los alumnos éramos siluetas sin contornos. No teníamos nombre. El profesor era un tipo viejo, cojo, católico, excombatiente y siniestro. Se llamaba D. Luis. A veces leía un libro de texto, sin preocuparle demasiado si le escuchábamos o no. Nos pellizcaba en la entrepierna y golpeaba nuestras cabezas con un mechero metálico.
19 SEPTIEMBRE 2004
© 1978 pepe fuentes