Por la tarde, la acumulación de nubes que habían estado llegando toda la mañana, extendieron una luz grisácea sobre el certamen de música y danza popular. De vez en cuando llovía y parecía que el final del día venía con dos horas de adelanto. Los trajes de los participantes olían a naftalina, yo no lo sé, pero seguro que era así. Luego, al anochecer, todos volverían a sus pueblos, jóvenes y viejos mezclados, disfrazados con pasados anacrónicos, en anónimos autobuses.
15 NOVIEMBRE 2004
© 2003 pepe fuentes