Sucesivas generaciones de muertos la ocuparon, cada una con sus dioses. Ahora, y desde tiempo inmemorial, sólo la habitan el sol, el agua y las lagartijas; sin recuerdos que la ensombrezcan. Sería un buen sitio para desaparecer, a la sombra de encinas y silencios.
18 ABRIL 2005
© 1980 pepe fuentes