Aquel domingo, en la iglesia, me encontré con un poco de sol apartando sombras y con unas palomas locas que dejaban excrementos indecorosos. Al fondo señores que soportaban sobre sus rodillas siglos de estériles oraciones, con el regusto a tumba húmeda que tienen las iglesias antiguas.
19 ABRIL 2005
© 1987 pepe fuentes