«… Si un paseante habanero decide detener su camino en el Malecón y dar la espalda al mar para mirar ese lado frívolo de la ciudad, con los edificios de falsa elegancia de la década de los cincuenta, y los monumentos entre solemnes y graciosos (el parque Maceo, el monumento al Maine…) ¿no estará mostrando su recelo al mar?, ¿o será tal vez que prefiere ocultar sus afanes, sus deseos ocultos? Y aquel otro que antepone el mar a la ciudad, ¿qué evoca, qué anhela, a qué se encomienda?, ¿qué nuevos caminos espera? Una preciosa pregunta sería la siguiente: ¿cuál de los dos posee más coraje?. ¿él que da la cara a la ciudad o el que parece despreciarla?
Abilio Estévez. Inventario secreto de La Habana
8 MAYO 2005
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