«En la misma medida en la que la crisis cubana anuncia algún fin, La Habana aparece como una ciudad devastada. Una capital que aunque no ha vivido una guerra -pese a que ésta ha sido anunciada allí cada día- vive en el estado físico de la posguerra. Una suerte de Sarajevo futurista destruida no por las bombas, sino por el efecto demoledor del discurso. Desplomada no ya por la batalla de las armas sino por la guerra de las palabras» Iván de la Nuez. La balsa perpetua.
9 MAYO 2005
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