Llevaba: una crisis cierta por un periodo de mi vida terminado.
LO SABIA, era inevitable que fuera así. Los finales nos llegan como triste material contaminado de frustración e impregnado de lamentaciones. Es necesaria una mínima lucidez que nos eleve sobre sentimentalismos y miedos y nos permita reconocer el momento cuando llegue. No hacerlo es cobardía y tormento, ceguera e indignidad. Digresiones aparte, había dicho que elegí una isla como metáfora automática; estaba rodeado, el agua me cercaba pero también me protegía, o al menos eso creía. La cámara seguía a su aire y fotografiaba algas secas como estas.