Llevaba: una cierta necesidad de contactar con alguien que me distrajera de mis obsesiones.
NO SUCEDIÓ. Era imposible porque en este viaje yo era invisible. Si no te haces presente dando perfiles a tu carne, luz a tu mirada, dirección a tus pasos, inteligencia a tus acciones, textura a tus deseos y alma a tus gestos, lo más probable es que nadie te vea, ni siquiera pasando varias veces por el mismo sitio, que es lo único que hice, además de transportar pesadamente mi cámara. Aquí aparezco con forma física reconocible (supongo que soy yo), debió ser cosa de mi cámara que me conocía. También podía ser un ectoplasma, ella era capaz de captarlos como demostró hacía algunos años. No sé con certeza de quién se trata, en caso de ser yo, estoy en una isla, mirando a un horizonte de aire y agua, vacío de ideas y lleno de incertidumbre. Así acabó aquel viaje; al ectoplasma no sé, pero a mi ya se me habían agotado los días que traje.