Era un hombre que se abstraía.
Los pintores hablan con sus modelos, o al menos hablaban (supongo). Los escultores también (supongo). Los fotógrafos menos y los de campo nada. La piel del fotografiado es la frontera en la que me detuve. No supe más. ¿Es preciso saber más? A medida en que el tiempo pasa sobre mí, crece el convencimiento de que cuanto menos lenguaje y menos se sepa mejor, más intensidad tendrá la mirada. La carne sin palabras habla por sí misma.