Interpretó su papel con seriedad y eficacia.
Una deseable experiencia fotográfica se situaría en un nivel experimental y por lo tanto relativamente controlable: personas anónimas que permanecieran delante de la cámara 30 ó 60 minutos y que ésta fuera disparando con intervención del fotógrafo o no y que esta fuera disparando de forma aleatoria. Tendríamos un cuerpo, con o sin mirada, su piel, la expresión física ante la cámara: la mirada ajena que se asume desgarradamente como propia. Buscar la aproximación al cuerpo como enigma, sin intervención del lenguaje. Una variante sería que el sujeto desconociera la presencia de la cámara. El cuerpo sólo ante el conocimiento defectuoso de sí mismo. Esta fotografía no sirve para la experiencia, se ha eliminado el lenguaje entre fotógrafo y fotografiado, pero está presente el sentido del momento: el individuo como actuante ante su público.