Hay algo en esta fotografía que me desagrada. Desconfío del abanico de cortas sugerencias que despliega y también del hombre que está sentado en actitud contemplativa; no sé quién es, pero no me gusta su imagen. Pienso en el hipotético caso de que hubiéramos hablado y sólo puedo imaginármelo elaborando un canto amanerado a la vida, a las puestas de sol, a la grandeza del mar y a la ecología. Sólo pensarlo me enferma. A partir de estas sensaciones la pregunta es por qué hice la fotografía, y lo que es peor aún, por qué la mantengo en mi catálogo. Pues sí, es precisamente por las palabras que le han salido con el tiempo y por lo que fotográficamente no consiguió ser.
22 AGOSTO 2005
© 1990 pepe fuentes