3 de Septiembre de 1978, domingo: finalmente llegó. A las siete de la tarde me encontraba sentado en torno a la mesa con el marido de una prima de mi mujer; había venido a verme y estábamos hablando. Desde dónde estaba sentado veía la puerta abierta y todavía un sol fuerte afuera. La vi entrar y no dudó, me cogió sin contemplaciones: mi cabeza se desplomó sobre la mesa, pero todavía seguí respirando un momento, muy poco. Atravesé suavemente una línea de sombra y me adentré por un camino de luz vacío y sin sentido. Todo había acabado; morí pronto y sin sufrimiento, sintiendo no haber paseado más con mi nieto por este camino que ahora atravesaba solo.
3 SEPTIEMBRE 2005
© 1979 pepe fuentes