Mi hijo, que no consiguió estudiar nada, tuvo trabajo fijo enseguida, de oficinista. Había llegado a ser algo más que nosotros y eso nos gustaba a su madre y a mí. Tendría asegurado un sueldo y si se esforzaba podría ascender. Era un chico serio, trabajador y algo raro. Le quería y respetaba. Se casó pronto y se fue de nuestra casa, aunque vivía muy cerca. Había muchas cosas en él que no entendía y que no tenían que ver conmigo ni con mi familia como por ejemplo su afición a los libros y a las cosas artísticas. Le dio por la política y luego por la fotografía; era de izquierdas pero nunca discutimos. A mí, una vez muerto Franco, la política me daba igual. Lo que más ilusión me hacía es que me llevara a mi nieto, pasear con él y verle jugar a matar pájaros con una escopeta de plástico que le regalé. Desaparecí poco antes de que cumpliera tres años. Esta es una fotografía que le hizo su padre por aquella época.
22 SEPTIEMBRE 2005
© 1978 pepe fuentes