Estaba enfermo porque no me cuidé; fumé y bebí demasiado, sin medida, y eso fue doloroso para todos. No quería hacerles daño, pero así me salían las cosas. No tuve negocios ni puestos de responsabilidad que me ocuparan, algo tenía que hacer para ir pasando el tiempo. Mi mujer sufrió mucho conmigo; cuando estaba sereno me proponía contenerme y dejarlo, a veces se lo prometía, pero no era posible, no tenía la voluntad suficiente, me dejaba llevar y una vez que empezaba no podía parar. Me pusieron prótesis en cada una de las caderas, dentadura postiza y casi no podía valerme por mí mismo. Para caminar tenía que ayudarme de una muleta. Quince días antes de morir mi hijo me llevó a un especialista de pulmón y corazón y con el resultado de las pruebas le dijo que o dejaba de fumar o no duraría un mes. Se enfadó mucho conmigo porque no me veía capaz de controlarlo, para dejárselo claro le dije -me da igual si me muero, pero no estoy dispuesto a dejar de fumar- Lo cierto es que no me creía del todo que pudiera ocurrir y ocurrió, sólo que quince días antes de lo que dijo el médico.
24 SEPTIEMBRE 2005
© 2002 pepe fuentes