Esta es una fotografía de Portobello, Londres, realizada tres meses después de tu muerte. Mi madre no entendió que me fuera de viaje, pero no se atrevió a decirme nada. Todo seguía más o menos igual, aunque impregnado de tristeza, todavía mayor por la tremenda depresión que tenía Luisa. Pero la vida y el olvido avanzaron, lentamente al principio, pero sin dejar de crecer nunca. La idea de la muerte se incorporó a mi vida cuando despareciste, hasta entonces sólo había sido una noticia lejana. La percepción que empecé a tener de ti tenía otra dimensión y un peso más concreto y definido. Cuando estabas te asumía en la periferia de mi vida, con la naturalidad de una conversación telefónica, que por cierto, nunca tuvimos; sin embargo, cuando te fuiste, tus perfiles se me metieron dentro y ya no me abandonaron, circulaban en la consciencia sorpresivamente, indefinidos y sin control. A medida que han ido pasando los años tu imagen se ha ido desdibujando, como si la viera en el espejo retrovisor de un coche que se aleja. Ahora me está costando mucho recordarte; no estoy seguro del timbre de tu voz, ni de tu forma de andar, ni de las palabras que pronunciabas. Es angustioso porque ni siquiera puedo compartirlo, madre ha muerto y ya no hablo de ti con nadie. Ahora es cuando estás muriendo de verdad porque apenas si te recuerdo.
29 SEPTIEMBRE 2005
© 1978 pepe fuentes