M. Mantengo un entrañable y cariñoso recuerdo de mi amigo M. A pesar de que aparentemente no teníamos afinidades, probablemente fueran más de las que podrían parecer. Recorrimos muchos bares, a lo largo de muchos meses, días y horas, muchas horas, los dos solos, en silencio, eran silencios leves, sin peso para ninguno de los dos. Nos gustaba estar juntos porque confiábamos en nuestras mutuas posibilidades y además las sumábamos. Sabíamos perfectamente lo que queríamos obtener de nuestros interminables itinerarios noctámbulos y nunca nos interferíamos. Hace 19 años que no le veo ni sé nada de él. Con toda seguridad no nos volveremos a ver nunca. Deseo que le vaya muy bien en su vida.
12 NOVIEMBRE 2005
© 1986 pepe fuentes