El espectáculo llega a su momento culminante: aparece la custodia (construcción de oro en forma de templete gótico afiligranado) muy apreciada por los curas y devotos y por cualquiera que guste del oro. Los empelucados conductores, uno delante y otro detrás, la dejan unos minutos en el umbral de la puerta, mostrándola orgullosos. Cerrada ovación de los espectadores. Estruendosas detonaciones celebran su salida a la calle. Por fin se ponen en marcha solemnemente, detrás del monumento áureo: personajes de gala, militares y curas; todos de graduación. Todo el mundo se muestra muy feliz, como este individuo que no sé a que gremio pertenece (al de los hombres jubilosos, supongo).Información complementaria: oí comentar a la gente que tenía alrededor que, en tres días (el domingo) se repetiría la función; han debido copiar la multidifusión televisiva. Es un gesto de modernidad estimable, pero yo no volví.
21 FEBRERO 2006
© 2005 pepe fuentes