Los corredores de fondo solitarios componen una imagen sumamente sugestiva, no así los que corren en grupo y tampoco los velocistas, que me interesan muy poco. Me los imagino ensimismados en un esfuerzo aparentemente inútil y por lo tanto titánico, superando cada segundo desfallecimientos y preguntas, con la vista dirigida obsesivamente hacia el punto de llegada, cansados pero encarnando una potente metáfora sobre la dureza de la vida. La versión competitiva es menos poética, son puestas en escena con una finalidad concreta: ordenar numéricamente a vencedores y vencidos. Eso se llama deporte de competición y es completamente previsible porque siempre acaba igual, con resultados destinados al olvido; aunque a veces se cubran con un halo de leyenda.
1 MARZO 2006
© 2004 pepe fuentes