(sábado por la mañana) Andábamos despacio, el sol se mostraba indeciso: imponía su brillante presencia o dejaba paso a la lluvia. Enseguida desembocamos en la Praça do Comércio. Allí estaban de maniobras con una muestra portátil de árboles. La mañana prometía gozosos momentos que se presentían en el aire. ¡Tierra! ¡Tierra! Aunque mejor diría ¡cielo! ¡cielo!, porque sin duda estamos en el paraje de la famosa Lisboa. Cervantes.
18 ABRIL 2006
© 2006 pepe fuentes