JOSE LUIS: En aquel tiempo: estupendo. Felizmente casado y con su mujer, Mari Cruz, embarazada de su segundo hijo que resultó hija. Positivo, aunque algo conformista. Éramos compañeros de trabajo desde hacía once años y todo ese tiempo llevábamos cultivando una amistad entrañable que tenía más de afectividad que de afinidad. Ambos sabíamos que podíamos contar el uno con el otro para lo que hiciera falta. Nuestras diferencias existenciales no entorpecían en absoluto nuestro mutuo cariño. Luego: por motivos de trabajo dejamos de vernos diariamente pero eso no impidió que siguiéramos tratándonos (menos) y cuidando nuestros mutuos afectos. Ahora: nuestras circunstancias personales han ido cambiando, aunque no tanto; él sigue con las mismas de siempre, aunque casi sin darse cuenta se le han colado algunos escepticismos y desfallecimientos. A ambos nos ha golpeado el tiempo: a él de forma más física y a mí integralmente. Cuando nos vemos, cada vez más de tarde en tarde, nos fundimos en un abrazo porque seguimos queriéndonos.
10 MAYO 2006
© 1982 pepe fuentes