LUIS. En aquel tiempo: si no fuera equívoco y arbitrario establecer jerarquías numéricas en los afectos, podría haber afirmado entonces que era mi mejor amigo. Compartíamos los aspectos más íntimos, más sentidos y propios de nuestras vidas y eso nos unía de forma especial. Con mis otros amigos la relación se atenía más a cuestiones «temáticas». Luego: también, al menos durante quince años más. Hicimos algunos viajes y salíamos a ligar cuando nuestras mutuas relaciones inestables nos lo permitían. Se hizo psicoanalista, se casó, tuvo hijos y nuestra historia acabó. Ahora: no sé, ya hace cinco o seis años que dejamos de tratarnos y casi tres que no nos vemos, aunque vivimos en la misma ciudad. Quizá porque ninguno de los dos nos necesitamos y probablemente, así será para el resto del tiempo.
13 MAYO 2006
© 1983 pepe fuentes