La clave no es que sea mi mujer, y tampoco que hoy cumpla un año más (la suma no la diré, aunque sé que a ella no le importa). Tampoco está en que ya sea, ocurra lo que ocurra, la mujer de mi vida; ni en que llevemos dieciséis años compartiendo nuestras vidas; no, la clave está en que su imagen, su rostro, su expresión se han ido configurando hasta llegar a ser mi ideal de belleza. Fotografiarla es una experiencia única en la que confluyen mis dos deseos más preciados e íntimos: la mujer y la fotografía. La deseada belleza de la obra y la carnalidad de la mujer deseada; ambos confundidos e inconfundibles.
4 JUNIO 2006
© 2003 pepe fuentes