Por qué serán tan tristes las iglesias? Y tan penumbrosas, y tan húmedas, y tan asfixiantes? Sin embargo, me gustan las que están en desuso como ésta; me parecen sugestivas, misteriosas, inquietantes. La razón creo que está en la pátina polvorienta (tan fotográfica siempre), a lo que se añade el hecho de que son sitios en los que se han celebrado ceremonias misteriosas e incomprensibles: el vino ha sido sangre y el pan carne y claro, esas mutaciones gastronómicas, acompañadas de la experiencia mística que supone creérselo, dejan flotando en el ambiente vibraciones especiales. Por no hablar de la ingente cantidad de pecados que han ascendido hasta las bóvedas y se han quedado allí, incrustados. Las que están en «funcionamiento» no me sirven para estas experienciasfotográficas: todavía no ha habido tiempo para que el vacío pese en el ánimo y el polvo envejezca.
8 JUNIO 2006
© 1983 pepe fuentes