De todas las edades, de aspecto moderno, antiguo, blando, duro, alegre, serio, todos se afanan en tocar el tambor; tocan y tocan y no sé lo que piensan mientras aporrean. Parecen contentos y feroces con su tambor y su fuerza. No los entiendo, tal vez porque parecen estar muy sanos. Sospecho que debe ser porque de niño pasé demasiado tiempo solo esperando a gentes como estas y nunca llegaron a tiempo (menos mal). Después ya nada tenía arreglo. No hay soluciones más allá de los 4 ó 5 años de edad.
10 JUNIO 2006
© 2005 pepe fuentes