«Hoy en día el arte realmente revolucionario consistiría en reintroducir la noción de belleza» Jean Claire. La cita me parece pertinente y necesaria dada la intoxicación de arte conceptual y feísta que sufrimos: instalaciones creadas con todo tipo de deshechos, carros de supermercado repletos de consumibles (de supermercado, naturalmente), montañas de televisores apilados o de ordenadores descompuestos en un rincón, animales disecados, todo tipo de figuras, en los más diversos materiales, colocadas en las posturas más inverosímiles; tierra alisada y tersa en rincones o amontonada en el centro de las salas, y muchas, muchas más toneladas de composiciones que conforman escenas gélidas, feas, muertas y efímeras. En el colmo de la falacia, nos las cuelan aderezadas con argumentos de teóricos, críticos, marchantes y agentes de todo tipo, que no son sino recados con interesados trasfondos publicitarios. Todo lo dicho anteriormente no supone, en absoluto, que no me interese el arte contemporáneo; lo que no me gusta es la fealdad pueril y pretenciosa. Esta fotografía es de casi cuando estrené la cámara y mis deseos fotográficos: está cargada de planteamientos «estético filosóficos» parecidos a lo que ahora veo como la más rabiosa vanguardia. Naturalmente, me ha costado mucho rescatar esta fotografía de mi memoria y de mi archivo; siempre me he avergonzado un poco de la trivialidad de algunas fotografías de aquella época.
18 JUNIO 2006
© 1979 pepe fuentes