Estas niñas desfilan hoy en la procesión como muy probablemente lo hicieron sus madres, sus abuelas y así hasta varias generaciones. Ellas podrán seguir la tradición durante los próximos setenta años y apenas nada habrá cambiado, salvo sus cuerpos. Es asombroso como se detiene el tiempo en determinadas microsociedades y lo acogedor que puede resultar para los espíritus quietos.
17 SEPTIEMBRE 2006
© 2006 pepe fuentes