DESPUÉS DE CAMINAR DURANTE CERCA DE UNA HORA, sin nada en que pensar, me encontré con esta bicicleta abandonada. De niño pasé mucho tiempo deseando tener una bicicleta. Mis padres no podían comprármela así que tuve que esperar impacientemente a que me regalaran una vieja y desechada por otros niños que no fueran tan pobres como yo. Después de mucho esperar llegó una, pero no era de niño, sino de niña; la diferencia estaba en que no tenía barra horizontal del manillar al sillín, sino que había un hueco para que las niñas pudieran montar con falda. Era parecida a ésta, pero antigua. Me sentí terriblemente decepcionado y me avergonzaba de mi vieja bicicleta regalada. Los niños del barrio me señalaban y se reían de mí, incluso alguna vez me tiraron piedras por culpa de la equivocada bicicleta de niña. Eran tiempos en los que no se admitía ningún tipo de ambigüedades; ni siquiera con las bicicletas.
8 OCTUBRE 2006
© 2006 pepe fuentes