EPILOGO. Se trataba de organizar, a lo largo de 3 ó 4 días, actos, representaciones y conciertos bajo el título de «fiesta de la primavera«, en la que los malos, los rigores y oscuridades del invierno, eran derrotados por la luz y la alegría primaveral. Mi amigo apenas si tuvo éxito, aunque lo hizo muy bien. La razón pudo estar en que los efectos lúdico-primaverales sobre una ciudad invernal y adormecida en la niebla, son inapreciables. Así de entusiasta era mi amigo entonces y yo, bastante más incrédulo, le acompañaba y observaba el empeño, porque a mí la militancia me provocaba ahogos y reacciones físicas y espirituales indeseables.
24 OCTUBRE 2006
© 1984 pepe fuentes