HOMBRE QUE ENVEJECE SOLO EN CONEY ISLAND. Qué tristeza ver la decadencia de los cuerpos, las carnes flojas que se descuelgan y se llenan de manchas incomprensibles, de abultamientos infames, de bolsas macilentas donde los cuerpos guardan los años aburridos y sin sentido. Qué tristeza presentir la enfermedad y el dolor. Qué tristeza ver como se aleja la belleza y los deseos. Qué tristeza la torpeza de las piernas y de las miradas. Qué tristeza sentir como la cabeza se aturde y olvida. Qué tristeza los pasos cortos y la mirada acuosa. Qué tristeza los sexos inertes. Y todavía hay que aguantar el insulto al sentido de lo cierto cuando alguien dice: -el tiempo da igual, lo importante es cómo uno se sienta- y te lo arrojan a la cara como si hablaran desde la sensatez y la sabiduría. Cómo me impacientan esas frases cuando las oigo.
29 OCTUBRE 2006
© 2006 pepe fuentes