La cámara y yo no nos hablábamos y procurábamos mirar hacia otro lado. El viento otoñal era incómodo; menos mal que el sol se portaba bien. Llegué al final del camino, ya no podía seguir porque el río me impedía volver a mi orilla, en la que vivo. Parado, sin saber que hacer porque el lugar era inhóspito y feo, me dediqué a fotografiar todo lo que había a mi alrededor y vibraba un poco. Estas botellas de plástico corroídas se movían en un último estertor, así que me interesé por ellas (los estertores pueden producir sensaciones de alto contenido emocional). Sin embargo, la cámara no lo entendió así e indiferente y abúlica las desenfocó (las botellas y mis intenciones).
3 NOVIEMBRE 2006
© 2006 pepe fuentes