DIEZ REFLEXIONES EXISTENCIALES DE UN HOMBRE INVISIBLE I.
Llevo unos días experimentando un cambio en mi vida (la cotidiana, la doméstica y pequeña) aparentemente poco importante, si no fuera absolutamente fundamental en la organización del tiempo y por lo tanto en lo que hago a lo largo del día: en vez de caminar por la mañana, camino a primera hora de la tarde. Por la mañana subo a mi atalaya (así ha bautizado mi amigo Carlos a mi estudio) y cuando me siento frente a la ventana todavía es de noche. Luego, va aclarando lentamente hasta que el sol golpea, primero sobre la mesa y luego sobre los ojos (lo que resulta realmente molesto), por lo que cierro los estores y me dedico, en la semioscuridad, a urdir este diario o cualquier otra cosa imprevista; nunca sé lo que haré « a priori », no tengo un proyecto para el día con principio, nudo y desenlace. Voy detectando los impulsos con mi esteto (scospio) personal….y me siento contento porque tengo casi todo por hacer. « Cuando todo está hecho, las mañanas son tristes. » Antonio Porchia