Tetralogía del hombre caído Tercer acto. Voz en off:
Siéntate ya a contemplar la muerte. Antonio Gamoneda
Poco a poco las piernas fueron perdiendo consistencia, ya no sostenían el cuerpo. La ropa empezaba a pesar y la percepción del tiempo, del tiempo agonizante, le producía una opresión en el pecho que casi le impedía respirar. Se sentó y se apoyó en las paredes que volvían a ser blancas y blandas, opresivas y letales. Ya no quedaba tiempo y todo empezó a resultar indiferente y lejano. Todavía mantenía su gabardina y su sombrero al lado, por si todo hubiera sido un mal sueño y cuando despertara pudiera escapar de la trampa en la que había caído, sin darse cuenta.