Cuando regresábamos bordeando la bahía, ya con el Golden Gate a nuestra espalda (no se había portado bien con nosotros), divisamos a nuestra derecha la cúpula de un edificio singular especialmente llamativo, neoclásico e impregnado de romanticismo; me entregué incondicionalmente. Me recordaba esas construcciones que aparecen como decorados en las pinturas del barroco, y anteriores, y que posteriormente, en el siglo XIX, fueron motivos principales en la pintura romántica. Como si fueran imaginarias, sólo parecen habitar en las composiciones apasionadas de pintores suicidas. Fotografié con sorpresa (no sabía de su existencia) y gusto, aunque la niebla había tomado posiciones otra vez.
25 NOVIEMBRE 2006
© 2006 pepe fuentes