SIGO CON LO MISMO Y VOY ACABANDO. Hay una valoración de uno de los teóricos en defensa de la razón del evento y en sentido crítico hacia creaciones descomprometidas que me inquieta «… los peligros de la creación autorreferencial». Acaso la creación no es siempre un acto necesariamente autorreferencial? Supongo que el creador parte de lo propio y tiende a lo universal y esa (creo) es la razón esencial del arte, a no ser que pretendamos un arte estalinista. No quiero caer en mensajes esteticistas y apegados a una cierta tradición más fácilmente asimilable por establecida y deglutida; tampoco quiero afirmar taxativamente que el montón de ladrillos no pueda crear una catarsis sensitiva y conceptual en el espectador; es sólo que esas expresiones están muy lejos de incidir en la percepción sensible del individuo, sobre todo por aburrimiento (o quizá sí, que ya no sé muy bien el terreno que piso) y por ser de una evidencia tosca y gruesa que desprecia el sentido y la capacidad de sentir placer del otro (una razón capital del hecho artístico). Lo de los ladrillos me parece un hecho parecido al de practicar sexo con un preservativo de madera. Es más, creo que es un insulto a la inteligencia el proponer binomios como: imagen de carro de combate disparando (Thomas Ruff) igual al terror y la injusticia de la guerra, o al colmo de lo «desacogedor», ¡qué obviedad!
4 ENERO 2007
© 2005 pepe fuentes