Siempre he admirado mucho a las personas que «oficialmente» son –algo– pero se proyectan en otra actividad, generalmente más intelectual, creativa y sensitiva, lo mejor de su talento, amor y pasión. Las personalidades desdobladas me fascinan, aunque sólo sea por que se trata de un sencillo mecanismo de defensa ante el aburrimiento o ante los destinos lineales y ciertos. También me atraen los que pueden dirigir su actividad artística en varias direcciones; esos ya son el colmo para mí, como Woody Allen. Me gustan, los admiro y, naturalmente, los envidio un poco.
9 ENERO 2007
© 2006 pepe fuentes