«…Pero ¿por qué callamos tan ansiosos y tan rígidos? … Sin embargo, ésta es un gran equivocación: el ser humano no es «el Polo Norte, lo Secreto, lo Extraño», sino un puñado sucio o un montón miserable de secretos insignificantes». Sándor Márai.
Sí, claro, en el colmo de la contradicción e inconsistencia vanidosa siempre he aspirado al éxito. He soñado, deseado, sufrido, anhelado; me he obsesionado con él. Quizá habría estado dispuesto a entregar mi alma si me lo hubieran propuesto, pero una de las pruebas de mi desolador fracaso es que ni siquiera me han ofrecido ese diabólico negocio. El dolor, el de la ausencia de éxito, va disminuyendo con el tiempo, aunque todavía aparece como reflejo en épocas de cambio (es un dolor reumático y por lo tanto me temo que crónico). De todas formas, últimamente estoy muy esperanzado porque cuando hay cambio de tiempo ya casi no me afecta. En esos momentos, aunque llueva, me dedico a mirar por la ventana tranquilo e indiferente. Ya sólo es tiempo de ocuparme de mi mismo, me digo, y estiro las piernas perezosamente, prácticamente curadas ya de molestos y frustrantes inconvenientes.
«Si uno busca el éxito, sólo tiene dos caminos, o lo consigue o no lo consigue, y ambos son igualmente ignominiosos.» Imre Kértesz