No teníamos ningún plan: sólo había que dejar que el azar nos acompañara. En nuestro recorrido, que no sería completo ni mucho menos, habría obras que se asomarían a nuestra mirada y otras a las que nos acercaríamos, las demás, las que no nos pillaran de paso, pues nada, al limbo y a dormir tranquilos. Estos árboles, por ejemplo, me atrajeron nada más verlos, sólo sé de ellos que me gustaron; no sé quién los había pintado y ni se me ocurrió enterarme. Da gusto ser un irresponsable cultural; aunque, por el momento, en la mayoría de los casos sólo se trate de mercancía bien presentada.
«Cuando pintas, de todos modos, partes de ti mismo, de tu propia historia, desconocida, de lo contrario sólo hay una técnica y una habilidad.» Balthus