Como mi humor mejoraba con el paseo por el bosque artístico, sentía ganas crecientes de fotografiar. Una de las razones de mi bienestar, sobre todo comparado con otras ediciones, es que antes pensaba que yo podía tener obras allí, era algo que deseaba aunque no hiciera nada para ello (me suele suceder: deseo cosas sin verdadera ambición, luego la frustración es segura). Ahora, este año, ese deseo ha desaparecido por completo, me da exactamente igual estar allí o no; ya sólo me dedico a disfrutar con lo que está a mi alcance. No sé si estoy escalando alguna cima de sabiduría o simplemente me he entregado a un conformismo entontecedor. El señor sentado parecía tan tranquilo como yo.
5 MARZO 2007
© 2007 pepe fuentes