Lo que más me gustaba de la tarde es que el arte ?? (el interrogante no es porque ponga en duda que lo que allí mostraban lo fuera, sino por la desenvoltura de mi afirmación) me estimulaba y me alegraba. Hay obras con las que me lo pasé estupendamente. Recuerdo una serie de fotografías (no me molesté en saber el nombre del autor) de humo blanco sobre fondo negro, sin más, de las que no podía apartar la mirada; eran hechizantes. También me gustaron mucho, en principio, dos obras de uno de mis fotógrafos favoritos, Jean-Baptiste Huynn: dos retratos espectaculares. Luego, acordándome de ellos, llegué a la conclusión de que no eran para tanto, precisamente su técnica impedía ver más allá: la mirada se quedaba atrapada en la textura e iluminación precisa; la exactitud devoraba el alma de los retratados. Sin embargo, sí tenía alma una miniatura delicadísima de Man Ray. Hilarante, bellísimo e inquietante Gilbert Garcin: una colección de 8 ó 10 imágenes de sus mágicos juegos. Esta fotografía nada tiene que ver con los autores mencionados, es mía, y en caso de que tenga alma (la fotografía), me gustaría que compartiera una amable y cómplice charla con las de Garcin.
«Para que el arte sea es más importante la fe que el arte mismo» Rafael Argullol