Este vídeo me gustó mucho: un nadador que bracea incesantemente, en un mar tranquilo que se mueve cadenciosa y mórbidamente bajo una luz fría y desasosegante. Resultaba hipnótico y peligroso. En la galería La Fábrica (allí se maneja parte del asunto fotográfico y son muy modernos) exponían uno de una fealdad espeluznante de una «artista muy de moda», Marina Abramovic: una mujer con el pelo cubriéndole la cara, desnuda de cintura hacia arriba, mostrando unas enormes tetas y golpeándose rítmica y enérgicamente con una calavera. A mi me pareció estéticamente insufrible, aunque tuviera el siguiente recado: «El vídeo Woman with skull, que recrea los movimientos de la cópula con una calavera, es impactante. Podría referirse al duelo de las mujeres tras la guerra y la forma en que han asimilado la muerte de sus hombres.» Sí claro, si nos ponemos así de «conceptualmente profundos y vulnerables a los impactos»… No sé, de todas formas también habría valido esa misma mujer masturbándose (por la falta de partenaire masculino) y habría resultado infinitamente más sexual y sensual; aunque ese aspecto no interesa a la señora Abramovic, ya que dice: «Para mí lo interesante es el aspecto espiritual del sexo». También serviría si al menos hubiera sido bella, a pesar de lo «espiritualmente» anecdótico de su propuesta.
14 MARZO 2007
© 2007 pepe fuentes