Maurice Blanchot: «El recurso al Diario indica que quien escribe no quiere romper con la felicidad, la conveniencia de que los días sean verdaderamente días y que se continúen de verdad. El diario arraiga el movimiento de escribir en el tiempo, en la humildad de lo cotidiano fechado y preservado por su fecha.»
Este diario no es exactamente lo que dice Blanchot, aunque sí responde al aspecto mecánico del paso del tiempo y de que una ruptura con esa cadencia diaria podría ser una fractura peligrosa para mí. Tampoco es una escritura estrictamente literaria porque se saldría del decurso del tiempo para entrar en otra dimensión, y no; las fotografías si son algo, son poderosos anclajes cronológicos (aunque yo lo altere casi a diario). El asunto es otro, es una acción que tiene una doble intención: salvación y final para mi y mis fotografías. Ellas están perdidas en el espacio y el tiempo, como yo, y ambos, si no fuera por este diario, ya no tendríamos una historia común; nos habríamos separado y olvidado mutuamente para siempre. Sería una consecuencia lógica, pero desoladora y mortal. Inventé (recuerdo que fue copiando en el laboratorio) un mecanismo extraño y sorprendente para ambos: el tiempo fotográfico fue uno, el de la escritura es otro y el resultado de la unión de ambos quizá sea una entelequia, una misiva que me dirijo a mi mismo para así poder articular un cierto sentido que es, por su propia naturaleza, imposible pero necesario.