Hoy recuerdo que el veintiséis de Junio del año pasado acompañé a mi amiga Harumi al médico. Había mucha gente apelmazada en salas de espera, con semblante serio, abstraído, ausente. No había alegría en ninguna expresión, tampoco belleza, ni siquiera huellas de ella. El lado amargo y oscuro del tiempo se había cebado en el cuerpo de todas las personas que estaban allí. Mi amiga Harumi y yo nos conocemos hace más de veinticinco años y también el tiempo ha pasado por nosotros. Quizá también tuviéramos el mismo aspecto triste y ajado de los demás (ella no, todavía se conserva espléndidamente), pero no pensábamos en eso, sólo esperábamos que nos llamaran para darnos noticias.
1 ABRIL 2007
© 2006 pepe fuentes