Después de un rato entramos en la consulta y nos sentamos frente a una doctora que se mostró amable y cariñosa; lo malo es que su actitud no era transmisora de buenas noticias, sino de su desorientación e impotencia para solucionar el problema de Harumi, ¡maldita sea! El mal de mi amiga no era grave (en aquel momento) y seguro que se solucionaría pronto, pensaba, pero me sentía muy impresionado porque afectaba a su vista y algo así me parecía insoportable. Mi actividad se sustenta, operativamente, en la vista, pero me importaría poco no poder llevarla a cabo comparado con el sufrimiento que me supondría no poder leer, quedarme sin historias; sin ellas no podría seguir. Mi vida se va trenzando y mezclando con las historias que otros me cuentan: literarias, teatrales, cinematográficas; historias, muchas historias. Quiero conocer todas las historias que pueda, ávidamente; sin ellas mi mundo y yo nos iríamos a la mierda.
2 ABRIL 2007
© 2003 pepe fuentes