HISTORIAS DE LOS JUEVES. Hoy no hay historia, o sí; no sé. Lo que hay es una visita a un hospital (el edificio de ladrillo rojo, en el que murieron mi madre y mi amigo Masao Shimono), donde me van a realizar unas pruebas que me desagradan profundamente. No estoy alarmado, no creo que me pase nada serio, lo que me preocupa es que se están asomando demasiados médicos dentro de mi cuerpo y no me gusta: ellos buscan poner nombre a mis molestias y yo que se me quiten; por eso les dejo. Me tendieron desnudo en un superficie fría y una máquina con un objetivo inquietante se dedicó a moverse sobre mí. Dos o tres mujeres con bata blanca me dieron instrucciones y se refugiaron en otra habitación, supongo que para ponerse a salvo del influjo maligno de la máquina y de mi incomodidad. Menos mal que una de ellas se dirigía a mí llamándome cariño o corazón (no me acuerdo muy bien) y, aunque lo hiciera mecánicamente, a mi me enternecía y consolaba.
12 ABRIL 2007
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