Por mi calle sólo bajan soldados los viernes a medio día. Son chicos y chicas muy jóvenes que han terminado su aprendizaje semanal de guerreros y que, cargados con sus petates, van a coger el tren que los lleve a sus casas y a sus risas (supongo). Bajan pisando y hablando fuerte; bromean en un lenguaje muy difícil de entender para mí cuando les oigo. Suben soldados los domingos por la noche, arrastrando sus petates y su pesadumbre, en silencio. Ya no pisan fuerte, y tampoco se ríen; les espera una dura semana aprendiendo a luchar contra otros soldados como ellos. No volverán con sus risas hasta el próximo viernes a mediodía; justo en el momento en que yo también sonrío un poco porque también he acabado mi guerra particular de la semana. A los soldados y a mi nos gustan los viernes.
20 ABRIL 2007
© 2007 pepe fuentes