Ha transcurrido un mes desde mi último descenso a la oscuridad y estoy estupendamente. Cómo logré subir por las paredes resbaladizas y salir del agujero? Sufriendo pero fácilmente (más o menos), sólo tuve que entregarme y esperar en el fondo del pozo del embrutecimiento. Las sensaciones empezaron a resultar tremendamente apestosas, no comí en dos días y medio, no tenía ganas de moverme, no podía leer (eso es malísimo), tampoco escuchaba música; todo era oscuridad y desesperación, sorda, estúpida. Pero claro, seguía respirando, el corazón me funcionaba regularmente, ajeno a todo ese barullo anímico y existencial, el reloj no se paraba aunque yo lo intentara, y el sol, asombrosamente, seguía saliendo sin pedirme permiso. En fin, era absurdo, todo seguía en su sitio menos yo. Empecé a aburrirme de la maldita crisis, era como: bien, soy capaz de sufrir existencialmente, y ahora qué hago; así que la mandé a la mierda y volví a mi rollo, que sin ser estruendoso e insoportablemente excitante, al menos me entretiene mucho más. Ahora me desperezo al sol primaveral y además como a mis horas. Mejor así, no?
21 MAYO 2007
© 2007 pepe fuentes