APUNTES PERDIDOS QUE REGRESARON PARA DARME UNA SORPRESA. El tres de diciembre de dos mil cuatro, salí a fotografiar. Hacía frío y me puse mi gabardina blanca y mi sombrero negro; es mi indumentaria más «artística», seguramente porque me parezco otro (lo de la «artisticidad» tiene que ver con intentar ser otro) lo de ser uno no es estimulante, puesto que uno ya sabe quien es y eso no es excitante; los demás se percatan y el aburrimiento se generaliza. De todas formas, con recursos tan escasos (una gabardina y un sombrero) no puedo pretender ser un gran artista (que no lo pretendo, aunque me gustaría), si al menos consiguiera vestirme a lo Dalí o hacerme algunos tatuajes, como García Alix. También podría engordar como Almodóvar y que me creciera una excrecencia «sensiblera, atocinada y casposa», como a él. Creo que nada de eso está a mi alcance (quizá lo de engordar sí, pero no bastaría) y lo peor es que «ser yo mismo» ya me lo sé.
22 MAYO 2007
© 2006 pepe fuentes