ESCRITO EN MI DIARIO, HACE 20 AÑOS: Conseguí sonreír, sinceramente impresionado por el aspecto esplendoroso con el que acudió a la cita. Me gustaba. Nos lanzamos con bastante optimismo a estar juntos, aunque había algo que no encajaba. Enseguida me di cuenta que el guión en el que ella pensaba para la noche era perfectamente previsible: cena + copas = a todo lo demás, y naturalmente, lo demás estaría acorde con la calidad de los preámbulos. No me dio la gana cumplir con lo obvio… y claro, enseguida se puso en evidencia y la cita se fue a la mierda. Nos despedimos algo malhumorados por el fiasco.
Cuando se iba me dijo; llámame cuando quieras,
– por ejemplo, pregunté –
– dentro de 2 ó 3 días, o una semana,-
-mejor un mes, contesté- pensando en no hacerlo nunca.
ESCRITO EL OTRO DIA: No tengo fotografía de aquella mujer, fue todo bastante ocasional (nada de experiencias artísticas) pero se parecía bastante a la que está mirando hacía la cámara (algo es algo). Cuando me acuerdo de aquella noche siempre pienso que en estos asuntos la originalidad hay que dejarla para otro día.